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Venecia: Especial, sensual, única

Si existe un lugar rebosante de magia, belleza y sensualidad es Venecia en carnaval.

Ciudad de contrastes extremos, de día rebosante bullicio, molestos y ruidosos turistas armados con vulgares palitos de "selfis", oleadas de orientales deambulando erráticamente tras el señor del paragüitas multicolor que les sirve de guía, disfraces dispares y multicolores que "navegan" entre la multitud que dispara frenéticamente sus cámaras y móviles para inmortalizar el instante efímero bajo el marco incomparable del "Campanile" de San Marcos.

Sin embargo Venecia esconde tesoros que trascienden a la típica postal.


Venecia y su carnaval es mucho más, es un gran escaparate de las vanidades, vanidades expresadas en sus mas múltiples formas: costoso trajes con brocados imposibles, delicados encajes, plumas de mil formas y colores, corpiños y corsés que magnifican la belleza natural femenina, pero existe algo mucho más sutil, mucho más, sensual, mucho mas excitante...Existen miradas.


Miradas que ruegan, miradas que suplican, miradas que susurran... miradas que ofrecen un lenguaje oculto y tácito entre desconocidos que hace que este juego sea más atrayente aún.


Un juego de sutiles infidelidades encadenadas que duran escasos segundos pero que generan un estado de ligera excitación, esa excitación que de manera inconsciente se activa cuando se tiene la sensación de estar cometiendo un dulce y prohibido pecado.

Pecados que hacen que mi imaginación, se active de manera inmediata y recree esos formidables bailes palaciegos donde elegantes y engalanadas damas, se dejan llevar protegidas bajo el anonimato que le ofrece la sensual máscara y los misteriosos antifaces, el mismo anonimato que hace que sus amantes esposos disfruten y se exciten viendo como sus normalmente "respetables" esposas, son atendidas y agasajadas con infinidad de besos y caricias lascivas ofrecidas por otros/as desconocidos enmascarados que también se abandonan al dulce juego del amor prohibido.


Al caer la noche, Venecia entra en un pesado y mortecino sopor, húmeda, oscura, silenciosa, eterna... A esta hora Venecia es de los amantes desdichados, de los solitarios, de los olvidados, de canales oscuros, de negras góndolas silenciosas, de puentes que unen, de puentes que separan.



La noche en Venecia es fría, toda la desbordante fiesta que se vive durante el día ha pasado, ahora llega el momento del silencio, de la soledad, de la calma. Venecia me fascina pero seguramente no podría volver a caminar por estas mortecinas calles si no supiese que cuando llegue a la habitación de mi hotel, tendré esperando un cuerpo tibio que mitigará la frialdad de estas calles, unas cálidas manos que reconforten esa soledad aplastante, un ligero susurro que me insinúe lo mucho que he tardado en volver y que hace que me abandone en sus brazos.


Venecia eterna: si vienes a Venecia en Carnaval, busca sus miradas, busca sus secretos, busca su dulce pecado.

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