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Islas Feroe: las islas del fin del Mundo.

Capítulo 2


Sigo mi instinto y conduzco serpenteando las verdes colinas que nos acompañarán a lo largo de este viaje. El nerviosismo aumenta a la vez que la luz sigue cambiando de tonos e intensidades en el cielo, ahora de un “extraterrestre” púrpura que vira a magenta con fogonazos de naranja y oro, la luz que nos envuelve es “extrañamente hermosa” y nos produce un efecto un tanto sobrecogedor. Nunca en mis viajes anteriores vi una luz semejante, unos colores tan exageradamente hermosos, tan irreales, tan oníricos…decidimos parar el coche y salir a disfrutar de esta mágica “lluvia” de color que hace que de nuevo, una vez más, demos gracias por estar vivos y por poder disfrutar de este momento fugaz pero inolvidable… sólo por este glorioso momento, este viaje ya ha merecido la pena.


Respiramos profundamente, el aire frio llena nuestros pulmones y amansa nuestro desbocado palpitar, cerramos los ojos y sólo se nos ocurre intentar parar este inconmensurable instante, pero eso no es posible ni siquiera quizás deseable…

Todas estas sensaciones sólo nos han durado un par de minutos aunque hayan parecido una vida. Salimos del trance momentáneo y volvemos rápidamente al coche que permanece en marcha (habíamos olvidado parar el motor con la emoción) volvemos a la desierta carretera y acelero buscando un lugar desde donde ver el horizonte que sigue “explotando” en cada vez más dorados colores.


La carretera discurre sobre la ladera de una colina que nos impide ver el horizonte, siempre conducimos en dirección oeste buscando el ocaso cuando al tomar una enorme curva, nos encontramos ante otra visión que nos deja sin aire y que transforma nuestros saturados ojos, en enormes platos desencajando a la vez nuestras mandíbulas inferiores que caen hasta la campanilla…!!!!!!Guauuuu!!!!! no damos crédito: lo que parece un inmenso fiordo se abre ante nuestros ojos, sus dimensiones son colosales, todo es abrumador, ciclópeo… pero lo más sobrecogedor, es el panorama que nos ofrece, sobre las dos lenguas de tierra y coincidiendo con la unión de cielo con el mar, las colosales nubes nos dejan disfrutar de un atardecer irreal, una potente luz dorada lo inunda todo, nos baña como si fuese lluvia otoñal, todo es dorado en nuestro entorno, no hay cámara que sea capaz de recoger tanta magnificencia, tanta magia, tanta gloria…y lo mejor, es que estamos aquí para vivirlo…la vida es un auténtico regalo.

Es hora de volver a buscar nuestro alojamiento, estamos agotados y acabamos de llegar, pero todo ha sido ¡¡tan intenso…!!


Subimos al coche e intentamos recomponernos, activamos el GPS y volvemos sobre nuestros pasos. El apartamento está situado en una población cuyo nombre (como todos los de la isla) es casi impronunciable. Todo nos llama la atención en el corto espacio de tiempo que llevamos en la isla: no hemos visto a nadie aún, no hay ni un solo árbol, las colinas están cubiertas de una verde manto de hierba escrupulosamente recortado que forma una interminable pradera, eso sí, corderos y ovejas hay por todos los rincones, de hecho, hay más ovejas que habitantes en estas islas nórdicas con pasado vikingo.


Recorremos lentamente la pequeña (pequeña para nosotros pero una de las más pobladas del archipiélago) población en busca de un restaurante, bar, tasca, garito, donde poder cenar o comprar algo para cenar…no vemos un alma por las calles, no hay bares ni lugar donde un alma descarriada pueda llenar la tripa, ni siquiera un quiosco donde comprar una chocolatina…todo desierto y cerrado, la imagen y sensación es bastante desoladora, la luz es melancólicamente crepuscular y eso aumenta la sensación de irrealidad. Tras dar varias vueltas por el pueblo, decidimos volver al apartamento no sin una ligera (o intensa) sensación de desolación. Miramos el reloj y rondamos las 23 horas, la luz crepuscular entra a raudales por puertas (de cristal y sin llaves) ventanas y rendijas, aquí no existen las cortinas; ¡hay que aprovechar el sol…!, pero nosotros (más concretamente yo) necesito oscuridad para dormir. La “noche” va a ser larga, a estas alturas de temporada, en estas latitudes, el sol roza el horizonte pero no se oculta del todo, estamos con el “sol de media noche” y eso nos va a pasar factura.











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